Cuentini

El tesoro compartido

En un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos y praderas verdes, vivían cinco amigos inseparables: Ana, Pedro, Sofía, Luis y Marta. Un día, mientras exploraban el bosque en busca de aventuras, tropezaron con un cofre enterrado bajo un árbol antiguo.

Con gran emoción, los niños desenterraron el cofre y lo abrieron, revelando un tesoro reluciente de monedas de oro y joyas centelleantes. Los ojos de los niños se iluminaron con asombro y alegría al contemplar la magnífica fortuna ante ellos.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que enfrentaban un dilema: ¿Cómo compartirían el tesoro de manera justa entre todos? Después de una breve discusión, llegaron a la conclusión de que cada uno tendría derecho a una parte igual del tesoro.

Ana propuso que dividieran el tesoro en cinco partes iguales, una para cada uno de ellos. Los demás estuvieron de acuerdo y comenzaron a distribuir las monedas y las joyas equitativamente entre ellos.

Pero mientras dividían el tesoro, surgió un problema: había una joya particularmente grande y brillante que no se podía dividir en partes iguales. Los niños se miraron unos a otros, preocupados por cómo resolver este nuevo desafío.

Después de un momento de silencio, Pedro sugirió que la joya fuera compartida entre todos. Los demás estuvieron de acuerdo y decidieron que la joya rotaría entre ellos cada semana, de manera que todos pudieran disfrutar de su belleza por igual.

Con esta solución, los niños se sintieron aliviados y felices de haber encontrado una manera justa de compartir el tesoro. Pero más allá de la riqueza material, descubrieron que la verdadera fortuna residía en su amistad y solidaridad.

A lo largo de las semanas, los niños disfrutaron de la compañía unos de otros mientras compartían el tesoro rotativo. Aprendieron a apreciar no solo la belleza de las joyas, sino también el valor de compartir, colaborar y cuidar el uno del otro.

Con el tiempo, el tesoro compartido se convirtió en un símbolo de la amistad duradera y la equidad entre los niños del pueblo. Y aunque las monedas de oro y las joyas eventualmente se agotaron, el tesoro más valioso de todos, la amistad, perduró para siempre en sus corazones.

Desde entonces, los niños se sintieron más unidos que nunca, sabiendo que la verdadera riqueza está en compartir momentos especiales con aquellos a quienes amas. Y así, juntos, continuaron explorando el mundo, enfrentando desafíos y celebrando la amistad que los unía.

Reflexión

La historia nos enseña que cuando enfrentamos desafíos y dilemas, como el reparto equitativo de un tesoro, la solución más satisfactoria surge cuando optamos por la solidaridad y la cooperación. En lugar de competir por recursos limitados, podemos encontrar formas creativas de compartir y colaborar para el beneficio de todos.

Además, el cuento nos muestra cómo la amistad puede convertirse en un verdadero tesoro en sí misma. A través de la experiencia compartida de manejar el tesoro juntos, estos niños fortalecieron sus lazos de amistad y aprendieron a valorar el bienestar de los demás tanto como el propio.

Descubrieron que la alegría de compartir experiencias y momentos especiales con amigos queridos supera con creces cualquier cantidad de riqueza material.

Poema

En la amistad hallamos nuestro tesoro,
un lazo que brilla con eterno fulgor.
Compartir el bien, la risa y el llanto,
es el verdadero valor de este encanto.

En el reparto equitativo de amor y cariño,
hallamos la fortuna que nunca se extingue.
La solidaridad, como joya preciosa,
ilumina el camino con su luz hermosa.

En el tesoro de la amistad encontramos
la riqueza que trasciende lo material.
Con cada gesto de apoyo y alegría,
creamos un mundo lleno de armonía.

Sonia Jerez

Escritora y conferencista con más 10 años de experiencia en la educación infantil y desarrollo creativo. Ha ganado varios premios internacionales.

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