Cuentini

La exploración de Virús

Había una vez, en un mundo muy pequeño, un virus llamado Virús. A diferencia de otros virus, Virús no era malo por naturaleza. Él era curioso y siempre se preguntaba qué había más allá de su pequeño mundo. Un día, decidió embarcarse en una gran aventura para conocer el cuerpo humano.

Virús se deslizó a través de una gota de estornudo y aterrizó en la nariz de un niño llamado Tomás. ¡Qué emocionante era este nuevo mundo! Todo era enorme y lleno de caminos por explorar. Decidido a conocer cada rincón, Virús comenzó su viaje a través del cuerpo de Tomás.

Primero, Virús se encontró con un grupo de células. “¡Hola!”, dijo Virús alegremente. “Soy Virús y estoy explorando este lugar. ¿Quiénes son ustedes?”. Las células se miraron entre sí con desconfianza. “Somos células del cuerpo de Tomás. Nos encargamos de mantenerlo sano y funcionando bien”, respondieron con cautela.

Sin embargo, la llegada de Virús no pasó desapercibida. Los glóbulos blancos, los valientes guardianes del cuerpo, pronto detectaron a Virús. El capitán de los glóbulos blancos, el Comandante Blanco, lideró a su tropa hacia la ubicación de Virús. “¡Alerta! ¡Un intruso en nuestro territorio!”, gritó.

Virús, emocionado por sus descubrimientos, no prestó mucha atención a los glóbulos blancos. “Este lugar es asombroso”, pensó mientras se deslizaba hacia los pulmones. Allí, vio cómo el aire llenaba los alvéolos y se maravilló con la complejidad de la respiración.

“¡Detente, intruso!”, ordenó el Comandante Blanco, pero Virús siguió adelante, sin querer causar problemas, pero demasiado intrigado para detenerse. Desde los pulmones, Virús viajó hasta el corazón, donde sintió el poder de cada latido. Luego, se deslizó hacia el estómago, maravillándose con el proceso de la digestión.

Los glóbulos blancos se reunieron para idear un plan. “No podemos permitir que siga explorando y causando problemas. Debemos atraparlo de una manera ingeniosa”, dijo el Comandante Blanco. Tras un breve debate, idearon una estrategia.

Mientras Virús continuaba su viaje, los glóbulos blancos comenzaron a movilizarse. Crearon una falsa «fiesta» en el intestino, un lugar que Virús aún no había explorado. Decoraron el área con colores vibrantes y sonidos intrigantes, haciendo que pareciera un lugar fascinante para un virus curioso.

Virús, al escuchar sobre la fiesta, no pudo resistir la tentación y se dirigió allí rápidamente. “¡Qué lugar tan divertido!”, pensó mientras se acercaba. Pero, justo cuando estaba en el centro de la fiesta, los glóbulos blancos lo rodearon silenciosamente.

“¡Sorpresa!”, gritaron, y antes de que Virús pudiera reaccionar, lo atraparon en una red especial hecha de proteínas protectoras. Virús se retorció, pero la red era demasiado fuerte. “Esto no es justo”, protestó. “Solo quería ver más”.

“Entendemos tu curiosidad”, dijo el Comandante Blanco con firmeza pero con amabilidad. “Pero tu presencia aquí pone en peligro a Tomás. Debemos sacarte de aquí para mantenerlo sano”.

Con mucho cuidado, los glóbulos blancos transportaron a Virús hacia la salida del cuerpo de Tomás. Utilizando un mecanismo de defensa natural, lo llevaron hasta la garganta, provocando una pequeña tos que expulsó a Virús de vuelta al mundo exterior.

Virús, aunque decepcionado por no poder seguir explorando, comprendió la importancia de lo que habían hecho los glóbulos blancos. “Tomás debe estar sano”, pensó mientras se alejaba.

Los glóbulos blancos demostraron que, con ingenio y trabajo en equipo, pueden proteger a su huésped y mantenerlo sano.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Reflexión

La moraleja central de este cuento subraya que nuestras acciones, aunque motivadas por la curiosidad o el deseo de aprender, deben siempre considerar el bienestar de los demás.

La curiosidad debe ir de la mano con la responsabilidad y la empatía. Así como los glóbulos blancos trabajan incansablemente para mantener el equilibrio y la salud dentro del cuerpo, nosotros también debemos ser conscientes del impacto de nuestras acciones en nuestro entorno y en las vidas de quienes nos rodean.

Sonia Jerez

Escritora y conferencista con más 10 años de experiencia en la educación infantil y desarrollo creativo. Ha ganado varios premios internacionales.

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