Había una vez un hermoso y diverso bosque, donde un grupo de ardillas vivía en perfecta armonía. Este bosque estaba lleno de grandes árboles que ofrecían una abundante comida para estas pequeñas criaturas. Desde hermosas piñas, ricas bellotas hasta deliciosas nueces, nada faltaba en su despensa. Pero lo más codiciado de todo era la savia de un árbol especial que se encontraba en el corazón del bosque. Era tan dulce y deliciosa que las ardillas esperaban ansiosas su turno para disfrutarla.
Un día, el cielo se oscureció y comenzó una fuerte lluvia, acompañada de relámpagos que iluminaban el bosque durante varias semanas. La devastadora lluvia inundó todo el bosque y tumbó la mayoría de los árboles. Fue una gran tragedia para todos, pero el árbol de la savia sagrada permaneció inexplicablemente ileso.
Las ardillas, en un intento por sobrevivir, comenzaron a competir y pelear para llegar al árbol y controlarlo. Se lanzaban palos y ramas, olvidando la amistad y la cooperación que habían compartido durante tanto tiempo.
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Y si eso no fuera suficiente, una espesa y negra neblina comenzó a rodear la parte alta del árbol, ocultándolo a la vista de las ardillas. Aquellas que lograron llegar al lugar decidieron construir sus casas en la parte baja del tronco, sin darse cuenta de que, al hacerlo, socavaban la estabilidad del árbol.
Finalmente, el día que todos temían llegó. El árbol, debilitado por los agujeros y las luchas, perdió su equilibrio y se derrumbó con un estruendo. Las ardillas, al ver la destrucción que habían causado, sintieron un profundo pesar y comenzaron a llorar. Se dieron cuenta de que habían perdido no solo su amado hogar, sino también su amistad.
En medio de la tristeza y la desolación, las ardillas decidieron dejar atrás el bosque que alguna vez fue su hogar. Se aventuraron hacia un bosque cercano, menos rico pero más tranquilo.
Así, las ardillas aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de cuidar su entorno y de mantener la armonía en su comunidad. Aprendieron que la amistad y la solidaridad eran mucho más valiosas que cualquier tesoro y que, al trabajar juntas, podían superar cualquier desafío que la naturaleza les presentara. Y así, en su nuevo hogar, las ardillas vivieron felices, disfrutando de la verdadera riqueza de la amistad y el respeto mutuo.
Reflexión
El calentamiento global es una amenaza que no podemos ignorar. A medida que las temperaturas del planeta continúan aumentando debido a la actividad humana, estamos presenciando la aparición de fenómenos naturales cada vez más incontrolables. Tormentas más intensas, sequías prolongadas, incendios forestales devastadores y el derretimiento de los glaciares son solo algunos ejemplos de los efectos del cambio climático. Estos fenómenos no solo ponen en peligro a las comunidades humanas, sino que también tienen un impacto destructivo en la flora y fauna del planeta.
La biodiversidad se ve amenazada, los ecosistemas se desequilibran y los recursos naturales se agotan. La urgencia de abordar el calentamiento global y sus consecuencias se hace evidente a medida que vemos cómo afecta a todo nuestro entorno y pone en peligro la sostenibilidad de la vida en la Tierra. Es imperativo que tomemos medidas significativas para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y trabajar juntos para proteger nuestro precioso planeta.