Cuentini

Lily y el jardín de su abuela

Había una vez una niña llamada Lily, que vivía en una pequeña casa con su mamá, papá y su hermanita pequeña. Aunque la familia de Lily era muy unida, a menudo se encontraban ocupados con sus responsabilidades cotidianas. Mamá trabajaba en la oficina, papá tenía su taller y la hermana pequeña estaba siempre jugando con sus juguetes. Lily anhelaba pasar tiempo de calidad con su familia, pero parecía que cada día estaba más ocupada.

Pero Lily tuvo una idea. Recordó que su abuela tenía un jardín en su casa, un jardín que había escuchado que era mágico. Abuela había fallecido hace muchos años, pero su jardín todavía estaba allí, cuidado por mamá. Lily decidió preguntarle a mamá si podían visitar el jardín de la abuela.

«¿Mamá, podemos ir a ver el jardín de la abuela?», preguntó Lily con entusiasmo.

Mamá sonrió y asintió. «¡Claro, cariño! Será un buen lugar para pasar tiempo juntas como familia.»

Esa tarde, la familia de Lily se dirigió a la casa de la abuela. Al llegar, se quedaron sorprendidos al ver un jardín desbordante de flores de colores brillantes, árboles frutales y senderos sinuosos. El jardín era verdaderamente hermoso, pero se veía un poco descuidado.

Lily se acercó a mamá y preguntó: «Mamá, ¿por qué el jardín de la abuela parece tan desordenado?»

Mamá le explicó que, desde que abuela había fallecido, nadie había tenido tiempo para cuidar el jardín. La familia estaba demasiado ocupada con sus propias vidas.

Lily miró al jardín con tristeza. Luego, una idea brillante iluminó su rostro. «Podemos cuidar el jardín de la abuela juntos», sugirió.

La familia de Lily estaba dispuesta a darle una oportunidad. Cada uno de ellos tomó una tarea en particular. Papá arregló las cercas, mamá podó las ramas y la hermanita pequeña ayudó a regar las plantas. Lily decidió encargarse de las flores. Poco a poco, el jardín empezó a transformarse. Las flores se volvieron más vivas y hermosas, los árboles frutales comenzaron a dar frutos, y el jardín se llenó de risas y conversaciones.

Pasaron semanas trabajando juntos en el jardín, y pronto se dieron cuenta de que no solo estaban cuidando las flores, sino que también estaban cuidando su relación familiar. A medida que pasaban más tiempo juntos, se conectaban de formas que nunca habían imaginado. Mamá y papá compartían historias de su infancia, y la hermanita pequeña se reía mientras jugaba en el jardín.

Finalmente, una tarde, cuando el sol se ponía en el horizonte, la familia de Lily se sentó en el jardín de la abuela para admirar su trabajo. El jardín estaba transformado y se veía más hermoso que nunca. Las risas y los recuerdos compartidos habían traído una magia especial al lugar.

Entonces, Lily recordó la moraleja que había aprendido de esta experiencia. Miró a su familia y dijo: «A veces, la paciencia y el cuidado pueden transformar algo ordinario en algo extraordinario. Así como cuidamos este jardín, también debemos cuidarnos mutuamente y pasar tiempo juntos como familia.»

Reflexión

En los años venideros, la familia de Lily siguió visitando el jardín de la abuela, y continuaron cultivando no solo las flores y los árboles, sino también su vínculo familiar. Aprendieron que la vida a menudo puede ser ajetreada, pero dedicar tiempo para estar juntos, cuidarse mutuamente y nutrir esas relaciones es lo que realmente importa.

Descubrieron que, al igual que el jardín, sus lazos familiares podían florecer y crecer si se les brindaba el amor y la atención adecuados. A medida que el tiempo pasaba, la familia de Lily comprendió que, en la vida, lo más valioso no son las posesiones materiales, sino el amor y la conexión que compartimos con nuestros seres queridos.

Sonia Jerez

Escritora y conferencista con más 10 años de experiencia en la educación infantil y desarrollo creativo. Ha ganado varios premios internacionales.

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