Era un día caluroso, y el autobús iba lleno de pasajeros que solo querían llegar a sus destinos en paz. Pero entre todos los suspiros y abanicos improvisados, un molesto zumbido recorría el aire. Un mosquito muy travieso, llamado Zack, volaba de un lado a otro, molestando a todos los pasajeros.
—¡Zzzz! ¡Zzzz! —zumbaba Zack mientras pasaba cerca de la cabeza de una señora, que agitaba su bolso tratando de espantarlo.
—¡Maldito mosquito! —gritó un señor de bigote, intentando darle un manotazo, pero fallando estrepitosamente.
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Zack, divertido, esquivaba todos los intentos de atraparlo con elegancia. Se reía de todos mientras hacía piruetas en el aire.
—¡No aplaudan que todavía no es mi cumpleaños! —gritó Zack, burlón, mientras otro pasajero trataba de atraparlo, fallando y golpeando el asiento vacío a su lado.
Los pasajeros comenzaban a desesperarse. El autobús se había convertido en una zona de guerra, con manos volando por todas partes, intentando atrapar al escurridizo Zack. Pero él, disfrutando el caos que causaba, seguía zumbando cerca de las orejas, aterrizando en narices y escapando justo a tiempo.
—¡Zzzz! ¡Estoy volando tan alto que ni me ven! —se reía Zack, haciendo círculos en el aire y esquivando una revista que alguien había enrollado para usar como arma anti-mosquitos.
—¡Lo voy a atrapar! —gritó una niña, saltando en su asiento con las manos extendidas. Pero Zack, con su agilidad, pasó volando justo entre sus dedos, y la niña se quedó con las manos vacías.
El mosquito, que se creía un acróbata, siguió jugando con los pasajeros. Volaba entre los asientos, aterrizando en los hombros de uno para luego ir al pelo de otro. Cada vez que alguien intentaba aplastarlo, él volvía a gritar:
—¡No, no, no aplaudan! ¡De verdad, mi cumpleaños es la próxima semana!
Un hombre con gafas intentó golpearlo con su periódico, pero Zack lo esquivó justo a tiempo.
—¡Casi me haces una fiesta sorpresa! —bromeó Zack, riéndose a carcajadas de su propia ocurrencia.
Al final, Zack decidió que había tenido suficiente diversión por el día. Se posó en una ventana abierta del autobús, mirando a los pasajeros cansados que aún intentaban darle caza.
—Bueno, gente, me voy. ¡Nos vemos en mi cumpleaños, no olviden llevar el pastel! —dijo Zack, y voló fuera del autobús, dejando atrás un autobús lleno de aplausos… pero no de celebración.