Cuentini

Los osos en blanco y negro

En un rincón del bosque de bambú, dos osos panda, Pancho y Pandy, estaban sentados bajo la sombra de un árbol, masticando tranquilamente sus ramas favoritas.

—Oye, Pandy —dijo Pancho con una sonrisa traviesa, mientras masticaba una rama particularmente crujiente—, ¿sabes cuál es el animal más viejo del mundo?

Pandy frunció el ceño, pensando en todos los animales que conocía: tortugas, elefantes, hasta los dinosaurios de los que había oído hablar en las historias del abuelo panda. Después de un rato, sacudió la cabeza, intrigado.

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—No, Pancho. ¿Cuál es?

Pancho se acomodó, tratando de contener la risa, y dijo con tono solemne:

—¡Pues nosotros, porque nos vemos en blanco y negro!

Pandy se quedó en silencio por un segundo, mirando a su amigo. Luego, como si una luz se encendiera en su cabeza, soltó una carcajada tan fuerte que hasta los bambús más altos del bosque se sacudieron.

—¡Es verdad! —gritó Pandy, riéndose tanto que casi se le cae su ramita de bambú—. ¡Somos como fotos antiguas andantes!

Pancho asintió, disfrutando del momento, y añadió:

—Imagínate, Pandy. Los otros animales deben pensar que salimos de algún libro de historia antigua.

Pandy, aún riendo, imaginó a todos los animales del bosque, como el tigre, el ciervo y hasta los pájaros, mirándolos como si fueran reliquias del pasado.

—¡Podríamos darles clases de historia! —bromeó Pandy—. «Pandas, el origen del blanco y negro». ¡Qué honor!

Ambos pandas seguían riéndose, cuando de repente, apareció un mono travieso, colgándose de una rama cercana. Los miró de arriba abajo, con una ceja levantada.

—¿De qué se ríen ustedes dos? —preguntó el mono, balanceándose.

Pancho, aún con una sonrisa en su cara, respondió:

—De que somos los animales más viejos del mundo, porque nos vemos en blanco y negro.

El mono los miró por un momento y luego, con una sonrisa pícara, dijo:

—Bueno, en ese caso, ¡deberían enseñarme a ser más divertido como ustedes! ¡Siempre veo que están de buen humor!

Pancho y Pandy se miraron, pensativos.

—¿Más divertido? —dijo Pandy—. Hmm… ¡Ya sé! Te enseñaremos a contar los mejores chistes.

—¡Eso! —añadió Pancho—. Con un buen chiste, siempre harás reír a todo el mundo.

El mono se emocionó y se sentó junto a los pandas, listo para aprender.

—Primero, tienes que practicar tu cara seria —dijo Pancho—. ¡El truco es contar un chiste sin reírte!

El mono hizo una cara muy seria, tanto que los pandas casi estallan de risa.

—Ahora, escucha este —dijo Pandy—. «¿Qué le dice un árbol a otro árbol?»

El mono pensó por un momento.

—¡No sé! ¿Qué le dice?

—»Nos dejaron plantados».

El mono soltó una carcajada tan fuerte que se cayó de la rama donde estaba sentado.

—¡Voy a practicar! —gritó entre risas—. ¡Voy a ser el mono más divertido del bosque!

Y así, el mono pasó el resto del día aprendiendo de los pandas, contagiando sus risas a todo el bosque, mientras perfeccionaba el arte del buen humor.

Sonia Jerez

Escritora y conferencista con más 10 años de experiencia en la educación infantil y desarrollo creativo. Ha ganado varios premios internacionales.

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