En el corazón del bosque invernal, donde los copos de nieve bailaban con el viento y los pinos susurraban canciones de frío, vivía Bella, la mamá oso, y su pequeño osezno, Benji. Era el primer invierno de Benji, y todo era nuevo y emocionante para él.
Un día, mientras exploraban el bosque cubierto de nieve, se encontraron con un gran desafío: un río helado.
El hielo brillaba bajo el sol como un espejo gigante, y Benji sintió un cosquilleo de nervios al verlo. «Mamá, ¿cómo vamos a cruzar?», preguntó con una mezcla de miedo y curiosidad.
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Bella sonrió con ternura y dijo, «Vamos a hacerlo juntos, paso a paso. Yo te enseñaré cómo.»
Con mucha paciencia, Bella mostró a Benji cómo comprobar si el hielo era lo suficientemente fuerte, golpeándolo suavemente con sus grandes patas. «Mira, así se hace, Benji. Siempre debemos asegurarnos de que el hielo pueda sostenernos.»
Benji imitó a su madre, golpeando el hielo con sus pequeñas patas. Al principio, sus golpes eran tímidos, pero con cada toque ganaba más confianza.
«¡Muy bien!», exclamó Bella. «Ahora, sigue mis huellas exactamente. Paso a paso.»
Benji miró las grandes huellas de su madre en la nieve y colocó sus patitas en ellas, siguiendo cada paso con cuidado.
El hielo crujía a veces, y su corazón saltaba, pero la voz tranquila de su madre lo calmaba. «Estás haciendo un gran trabajo, Benji. Estoy aquí contigo.»
Poco a poco, avanzaron por el río helado, con Bella guiando y Benji siguiendo valientemente. Al llegar al otro lado, Benji no podía creer que había cruzado el río helado.
Se giró para ver el camino que habían hecho, sus huellas dejando un patrón junto a las de su madre.
«¡Lo hicimos, mamá! ¡Lo hice!», exclamó Benji, su voz rebosante de orgullo y alegría.
Bella le dio un gran abrazo oso y dijo, «Lo hiciste increíblemente bien, Benji. Y siempre lo harás, porque incluso cuando el camino parece difícil, juntos podemos hacer cualquier cosa.»
Ese invierno, Benji aprendió mucho más que solo cruzar un río helado. Aprendió a confiar en su madre y en sí mismo, y cada paso que daban juntos fortalecía el amor y la confianza que compartían.
Desde entonces, cada vez que ven un río helado, Benji sonríe y toma la delantera, sabiendo que con su mamá a su lado, puede cruzar cualquier desafío que el bosque les presente.