En una exuberante selva africana, vivía un elefante llamado Eli.
Este majestuoso elefante era conocido por ser el animal más grande y fuerte del bosque. Sin embargo, un día, la alegría en la selva se desvaneció cuando una intensa sequía golpeó la región.
Los ríos se secaron, los peces sufrían en charcos diminutos, y los cocodrilos lloraban en la orilla. La vegetación se marchitaba, y las frutas se volvían escasas. La angustia llenó el aire, pero los animales sabían a quién acudir en busca de orientación: Eli, el sabio elefante.
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Con paciencia, Eli les aseguró que la temporada de lluvias llegaría pronto. «Solo hay que tener un poco de paciencia», decía con una sonrisa tranquila. Sin embargo, a medida que pasaban las semanas, la agonía se apoderaba de la selva.
Finalmente, el cielo respondió a sus súplicas y comenzó a llover. Era un regalo de la naturaleza que trajo esperanza a los corazones de los animales. Pero Eli sabía que esta solución era temporal. Fue entonces cuando, en medio de la lluvia, a Eli se le ocurrió una idea brillante.
«Construyamos un gran lago en el corazón de la selva para garantizar un suministro de agua constante», propuso el sabio elefante. Animó a todos a comenzar de inmediato para aprovechar los días de lluvia que tenían por delante.
Los topos, con sus habilidades para excavar, delimitaron el área bajo tierra. Los rinocerontes, con su imponente fuerza, sacaban grandes cantidades de tierra. Los monos, ágiles y astutos, contribuyeron con palos y ramas, y los elefantes, con su impresionante peso y fuerza, removían escombros.
Con esfuerzo y colaboración, después de varias semanas, el lugar estuvo listo. Solo faltaba la bendición del cielo. Un día, cuando menos lo esperaban, comenzó a llover nuevamente, y un gran lago nació en el corazón de la selva. Era un espectáculo verdaderamente esplendoroso.
La alegría se extendió entre los animales. El lago no solo proporcionó agua, sino que también revitalizó la selva. La vegetación se volvió más verde y exuberante, y las frutas se rebosaban de los árboles.
Y así, gracias a la sabiduría y la acción de Eli, la selva africana floreció nuevamente, recordándoles a todos que, incluso en los momentos más difíciles, la esperanza y el trabajo en equipo pueden transformar el destino de todos.
Reflexión
El relato de Eli y la construcción del lago en medio de la selva africana nos enseña una valiosa lección sobre la importancia de resolver problemas y buscar soluciones en tiempos difíciles. A través de la historia de estos animales, emerge una reflexión profunda sobre la capacidad de afrontar los desafíos de la vida con ingenio, colaboración y determinación.
En la selva, la sequía representaba una amenaza palpable para la supervivencia de todos. En lugar de resignarse ante la adversidad, los animales buscaron la orientación del sabio elefante, Eli, quien no solo les ofreció paciencia, sino que también propuso una solución concreta para garantizar el suministro de agua.
La iniciativa de construir un lago no solo resolvió el problema inmediato, sino que también dejó una huella duradera en la selva. Este acto colectivo demostró que, cuando las comunidades se unen para abordar desafíos comunes, son capaces de superar incluso las pruebas más difíciles. Cada uno de los animales contribuyó con sus habilidades únicas, resaltando la diversidad como fortaleza.
Esta historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de no quedarnos inmóviles ante las dificultades. En lugar de sucumbir ante los desafíos, podemos buscar activamente soluciones, aprovechando nuestras habilidades individuales y colaborando con otros.