Tres trenes trotando por la vía iban,
tras otros tres trenes que también corrían.
Con ruedas que giraban al ritmo del viento,
todos tropezaban, siguiendo el mismo intento.
El primer tren trotante, llamado Ramón,
llevaba trompetas que sonaban sin ton.
Cada vez que tocaban una nota alocada,
el tren tropezaba en la vía mojada.
El segundo tren trotón, guiado por Teresa,
iba tras el primero, sin ninguna pereza.
Pero con cada tropiezo que el primero daba,
Teresa también caía, ¡vaya jornada!
** Cuento recomendado ** : La piscina de cocodrilos
El tercer tren, llamado Valentín,
tropezaba igualmente, ¡era un sinfín!
Con trompetas sonando, perdía el compás,
y en la vía no encontraba paz.
Los trenes trotantes, uno tras otro,
seguían su camino en un descontrol loco.
Las trompetas torpes seguían tocando,
y los trenes, sin parar, tropezando.
Al final de la vía, con un gran estruendo,
los trenes pararon, entre risas y viendo.
Las trompetas, cansadas, dejaron de sonar,
y los trenes, al fin, pudieron descansar.
Y así, entre tropiezos y trompetas sonantes,
los trenes vivieron aventuras trotantes.