Cuentini

La carrera mágica de Mario Kart

Había una vez dos amigos que pasaron toda la tarde jugando Mario Kart. Las carreras, giros y obstáculos los hacían reír sin parar. Pero lo que nunca imaginaron fue que, al prender la consola una vez más, algo mágico sucedería.

De repente, una luz brillante los envolvió y, ¡puf! Los dos amigos aparecieron en un mundo lleno de colores y personajes conocidos: ¡estaban en el Reino Champiñón! Pero al mirarse, ¡notaron algo aún más sorprendente! Uno se había transformado en un caballo y el otro en una cebra.

Ambos llevaban cascos de corredor y estaban junto a unos karts igualitos a los del juego.

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—¿Estamos… en Mario Kart? —preguntó la cebra, sorprendida.

Antes de que pudieran reaccionar, una voz fuerte anunció: «¡Prepárense para la Gran Carrera en el Reino Champiñón! ¡La meta: ganarle a Bowser y salir del juego!»

Se miraron con emoción y un poco de nervios. ¡No era una carrera cualquiera! Para volver a casa, debían vencer a Bowser en una serie de pistas llenas de sorpresas.

La primera pista comenzó en el Bosque Champiñón. Los árboles enormes y caminos estrechos hacían que manejar fuera complicado. A mitad de camino, el caballo se resbaló con un plátano gigante y empezó a dar vueltas sin parar.

La cebra aceleró, alcanzándolo justo a tiempo para empujarlo fuera del camino.

Entre risas y gritos, esquivaron juntos los caparazones rojos que volaban hacia ellos y cruzaron la meta en primer lugar. ¡Habían ganado la primera ronda!

La segunda pista los llevó al Desierto Seco, un lugar árido donde el suelo se desmoronaba bajo las ruedas. La cebra y el caballo decidieron dividirse para evitar las trampas y tomar diferentes caminos.

Fue una estrategia arriesgada, pero lograron esquivar las arenas movedizas y se reunieron al final para cruzar la línea de meta. ¡Habían superado otro desafío!

Finalmente, la última pista los llevó al temido Castillo de Bowser. Las llamas danzaban por todas partes, y el rugido de Bowser retumbaba. ¡Los perseguía de cerca! Ambos amigos sabían que este era el último obstáculo antes de regresar a casa, así que decidieron dar lo mejor de sí.

Mientras esquivaban las llamas y evitaban bloques de piedra que caían, un caparazón azul apareció en el aire, dirigiéndose a quien iba primero. La cebra frenó y se sacrificó, permitiendo que el caparazón la alcanzara.

El impacto la hizo girar, pero el caballo aceleró, tomando la delantera y esquivando las trampas de Bowser.

En los últimos segundos, ambos lograron cruzar la meta justo antes de que Bowser los alcanzara. Una luz brillante los envolvió y, de repente, se encontraron de nuevo en su sala, frente a la consola.

Se miraron sorprendidos, aún sintiendo la emoción. ¡Habían ganado la Gran Carrera!

Esa noche, prometieron que recordarían aquella increíble aventura y que, algún día, volverían a vivir una carrera igual de mágica.

Sonia Jerez

Escritora y conferencista con más 10 años de experiencia en la educación infantil y desarrollo creativo. Ha ganado varios premios internacionales.

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