Había una vez un pequeño conejito llamado Coco. Coco vivía en un bosque encantador, rodeado de hermosos árboles y coloridas flores. Era un conejito muy curioso.
Mientras exploraba el bosque, Coco encontró una huella de un animal desconocido. Siguió la huella, saltando y correteando, hasta que llegó a un claro en el bosque. Lo que encontró allí lo dejó sin palabras. Era una familia de conejitos, todos juntos, disfrutando de un hermoso día al aire libre.
Había conejitos grandes y pequeños, de todos los colores y pelajes. Coco se acercó tímidamente y saludó a la familia. Pronto, se dio cuenta de que estos conejitos eran tan amigables y cariñosos que se sentía como en casa.
** Cuento recomendado ** : La piscina de cocodrilos
Pasaron el día juntos, jugando a las escondidas, saltando entre las flores y compartiendo deliciosas zanahorias. Coco se dio cuenta de lo especial que era estar rodeado de su nueva familia. Se sentía querido, cuidado y feliz.
Días y semanas pasaron, y Coco se convirtió en parte de esa maravillosa familia. Juntos, compartieron momentos felices y superaron desafíos. Aprendieron a cuidarse unos a otros y a amarse profundamente.
Un día, mientras exploraban un rincón lejano del bosque, Coco y su nueva familia se encontraron con un pajarito herido. Sin dudarlo, cuidaron del pajarito y lo llevaron de regreso a su madriguera. Coco se dio cuenta de que la familia no se trataba solo de conejitos, sino de todos los seres queridos que se cuidaban mutuamente.
A medida que pasaba el tiempo, Coco llegó a comprender la importancia de la familia. Aprendió que, sin importar cuán lejos pudiera aventurarse, siempre llevaría consigo el amor y el apoyo de su familia, tanto la que lo había visto crecer como la que había encontrado en el bosque.
Finalmente, el día en que Coco regresó a su hogar original, se dio cuenta de que su familia lo había extrañado mucho y estaba feliz de tenerlo de vuelta. Coco entendió que la familia no se trata solo de compartir el mismo lugar, sino de compartir amor, cariño y cuidado.
Reflexión
Coco aprendió que la familia es un tesoro invaluable. No importa si tu familia es la que has conocido desde el principio o la que encuentras en el camino; ama a tu familia de principio a fin, sin medida, porque siempre, donde vayas, serás parte de una.