En una selva llena de encantos,
vivían loros de muchos cantos.
Pero había un grupo especial,
eran loros locos, ¡fenomenal!
Los loros locos lanzaban lazos,
volando alto, cruzando brazos.
Con pico ágil y ojos brillantes,
creaban nudos impresionantes.
—Mira esos lazos, son tan largos,
¡nosotros, loros, somos muy amargos!—
decía uno, riendo a carcajadas,
mientras lanzaba cuerdas enredadas.
** Cuento recomendado ** : La piscina de cocodrilos
Saltaban ramas, volaban alto,
lanzaban lazos sin un sobresalto.
Y aunque algunos se enredaban,
los demás, felices, les ayudaban.
Un día un mono curioso pasó,
y a un loro loco observó.
—¿Cómo haces esos lazos tan geniales?
¡Son como cuerdas fenomenales!
El loro loco sonrió con destreza:
—Es fácil, mono, con mucha firmeza.
Practicamos cada día y al anochecer,
¡nada nos puede detener!
Así, los loros locos siguieron lanzando,
lazos tan largos, que iban cruzando.
Y en la selva, de sol a sol,
los loros locos hacían el rol.
Colorín colorado, los lazos han terminado.